BASKETZARAGOZA.NET Marcos Portalez es uno de los nombres propios de nuestras categorías base y parece que siempre unido al de Javier Marín como valores de nuestra cantera. Apenas hace tres años que llegó a nuestro Club como cadete de segundo año y ahora compagina sus últimos partidos de júnior con una excelente temporada en el EBA de Pep Cargol, la experiencia de algunas sesiones con el equipo de José Luis Abós y dos convocatorias en partidos de Liga Endesa, la última este viernes tras la baja de Albert Fontet. Además, acaba de estrenar mayoría de edad vestido de rojo CAI.
Marcos acaba su último año de júnior al tiempo que juega con El Olivar de Liga EBA.
Una carrera corta en el tiempo pero intensa, ya que el fútbol se apoderó de sus deseos en sus inicios; el césped tiraba más que el parqué. “Era y soy futbolero. Estaba en Helios, me fichó el Casablanca y de allí al Balsas. En el final de esa temporada tuve una lesión en la que estuve inactivo un tiempo y me surgió la posibilidad de probar este deporte. El baloncesto era nuevo para mí”, recuerda de aquel 2007.
“Fui a un entrenamiento. Iba sin zapatillas, a probar. Me enganchó por el grupo acogedor en el que llegué, a un club del que soy socio (Helios). En el último año de infantil me llamó Benito Doblado y vine a entrenar con el grupo del 95 pero decidí quedarme en Helios un año más; sería el último porque al siguiente me vine al CAI Zaragoza”, explica con suma facilidad dialéctica.
Marcos (nº4) escucha las indicaciones del entrenador Carlos Pardo.
Su llegada al CAI Zaragoza fue un paso más en un crecimiento constante. “Llevaba un año y nunca imaginé llegar a este Club. Tenía la sensación de ser un elegido” y tuvo la gran suerte de cruzarse en su camino con el inolvidable Carlos Pardo. “Nunca había trabajado el bote y los primero días me sentía frustrado porque era imposible para mí dominarlo en aquellos momentos”, afirma. Tampoco olvida el talante humano de su entrenador. “Te llegaba, era muy familiar. Se integraba y nos hacía ser un grupo aunque viniéramos de diversos clubes. Era un entrenador especial. Por ejemplo, las medallas del Campeonato de Aragón se las dio a mi hermana”, rememora con nostalgia.
Llegarían luego las selecciones aragonesa y española. “No pensaba que estaría con Aragón y, aunque descendimos, fue una experiencia inolvidable estar con los mejores de España”, dice. Con España fue bronce en el europeo U16 y cuarto en el Mundial U17 con Joaquín Ruiz como técnico ayudante, aunque una lesión le impidió jugar la fase final.
Marcos con su medalla de bronce en el U16 con la selección española.
Pero el tiempo pasa rápido y ahora compagina el júnior que dirige Carlos Hinojar con el EBA a las órdenes de Pep Cargol. “Llegar a un conseguir un fin requiere esfuerzo y si quiero estar entre los mejores en cualquier categoría, debo entrenar duro”. Dicho y hecho. Un miércoles cualquiera empieza a las 17.00 y acaba a las 23.00 horas, con una hora de descanso en medio. “Me toca doblar, entrenar tres horas más el físico. Algunos días es duro porque luego quedan los libros. Estudio cuando puedo y además este año está la selectividad”, reflexiona sobre su apretada agenda.
Un buen día llegó la guinda de sus presencias con el equipo ACB. Fue en pretemporada de hace dos años. “Era el día de las fotos en la pista auxiliar y apenas conocía a nadie, estaba nervioso. Faltaban Hettsheimeir, Van Rossom, Stefansson y Archibald. Subí a hacer la pretemporada en Vielha”, relata como si lo viviese aún. “Tenía 16 años. Era consciente de dónde estaba y esa experiencia fue espectacular aunque no podía ayudar mucho”, se sincera sin olvidar los baños en agua fría en el Río Garona tras los entrenamientos.
Su primera pretemporada ACB con Legasa, Pérez, Marín y Cano, antes de subir a Vielha (foto dcha.)
De esa convivencia con el equipo de José Luis Abós destaca “el buen ambiente. Me sorprende que pese a entrenar todos los días, todos vienen casi una hora antes y trabajan extra”. Le llama la atención que algunos sigan realizando “técnica individual. Sorprende que de sénior lo estén haciendo, igual que en un día libre se vayan a hacer pesas”, afirma.
Ineludiblemente ligado en muchas ocasiones al nombre de Javi Marín, son algunos de los nombres propios de los últimos años de las categorías base del Basket CAI Zaragoza. “Es un orgullo que me reconozcan el trabajo sin ser profesional. Javier ya ha debutado, yo no lo he hecho, pero me gratifica que me reconozcan ese trabajo”. Además, afirma que ha llegado hasta aquí “disfrutando, nunca me han puesto presión”, sostiene.
Es poco dado a mitos y referencias pero hay una tendencia a meterle en el saco del estereotipo de Felipe Reyes, “por la altura, como pívot pequeño” pero asevera que en cuanto a modelo de jugador “no tengo ninguno en particular. Me fijo en las cosas buenas de todos”, reseña un jugador que juega de 5 con Madiop en el júnior, de 4 en el EBA y cuando sube al primer equipo lo reubican de 5 con Fontet o Norel.
Marcos ante Fontet, en un entrenamiento con el primer equipo.
Aunque dicen que ser un júnior en un vestuario profesional no es lo que era, admite que tiene que “aguantar bromas. Pero me hacen las justas, la verdad. En Vielha estuvieron a punto de cortarme el pelo pero me salvaron ‘los Pablos’ (Aguilar y Almazán)”, sonríe al recordarlo.
No tiene muchas manías pero se ha acostumbrado a jugar “con zapatillas negras y calcetín blanco, pese a las coñas de algunos compañeros”. Parece que está creando tendencia según dicen los veteranos del lugar.
Su sueño es ilusionante. Tan difícil como alcanzable y para ello lucha. “Me gustaría verme en el primer equipo pero no quiero anticiparme en los pasos. Me lo tomo con tranquilidad. No llevo tanto tiempo y necesito otros pasos intermedios. No tengo prisa, para nada”, entona en su sincero discurso, ese en el que desea descubrir los límites. Los suyos. Y vestido de rojo CAI Zaragoza.